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Mafias chinas expanden centros de estafa en Asia que dañan a estadounidenses

En 2024, solo los estadounidenses perdieron al menos 5.000 millones de dólares a manos de estas redes, una cifra que aumentó más del 40 % respecto al año anterior, señala un informe. Estas conclusiones llegan en un momento en que Estados Unidos afronta recortes internos a la infraestructura federal que podrían dificultar su respuesta a estafas cibernéticas.


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Lo que comienza como un saludo amistoso en redes sociales, una llamada telefónica o un mensaje de texto ha alimentado una red de fraude digital operada por mafias chinas con base en el Sudeste Asiático y que tiene como objetivo principal a los ciudadanos estadounidenses, según advierte un informe bipartidista del Congreso.

El documento señala que la respuesta del gobierno ha sido fragmentada e insuficiente, mientras estas organizaciones criminales siguen creciendo y aprovechan nuevas tecnologías para expandir sus operaciones.

La Comisión de Revisión Económica y de Seguridad entre Estados Unidos y China (USCC, por sus siglas en inglés), un organismo bipartidista del poder legislativo, publicó el informe en julio. En él afirma que estos centros de estafa forman parte de una estrategia más amplia, apoyada por el gobierno chino, para aumentar su influencia regional y justificar una mayor presencia de sus fuerzas de seguridad en países como Tailandia, Camboya, Laos y Myanmar.

A medida que aumentan las tensiones con Pekín, la USCC ha adquirido cada vez más influencia en la configuración de la política exterior estadounidense (Foto/Unsplash).

En muchos casos, estas operaciones criminales han sido toleradas —incluso respaldadas— por autoridades locales, algunas de las cuales se benefician directamente de los ingresos generados por estas actividades.

En 2024, solo los estadounidenses perdieron al menos 5.000 millones de dólares a manos de estas redes, una cifra que aumentó más del 40 % respecto al año anterior, señala el informe.

Los estafadores, muchos de ellos utilizando inteligencia artificial, aplicaciones de citas y redes sociales, manipulan emocionalmente a sus víctimas durante meses en lo que se conoce como estafas “pig butchering” (literalmente “engorde de cerdos”), un proceso en el que se “engorda” emocionalmente a la víctima antes de la “matanza” financiera.

Según el informe, los grupos criminales han podido operar con relativa impunidad gracias a su alineación estratégica con los intereses del gobierno chino. Algunos promueven la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el ambicioso plan de infraestructuras global impulsado por el presidente Xi Jinping; difunden propaganda favorable al Partido Comunista y financian proyectos de infraestructura en la región. A cambio, han recibido respaldo institucional, contratos con empresas estatales y tolerancia oficial.

La USCC, creada en 2000, analiza los riesgos de seguridad nacional en la relación entre Estados Unidos y China. A medida que aumentan las tensiones con Pekín, la comisión ha cobrado cada vez mayor influencia en la definición de la política exterior estadounidense.

Además del daño económico y diplomático, el informe advierte que las fuerzas de seguridad chinas han incautado miles de dispositivos durante redadas en el Sudeste Asiático, accediendo posiblemente a datos sensibles de ciudadanos estadounidenses.

Las víctimas, la estrategia

Mientras la respuesta de Washington ha sido limitada, las consecuencias tangibles son cada vez más visibles en comunidades de todo el país.

Marisel Medina, una residente de 60 años de Florida, recibe con frecuencia mensajes de texto que aseguran ser de proveedores de farmacias o reclutadores del portal de empleos Indeed. Los mensajes ofrecen trabajos sencillos y bien remunerados, pero exigen que ella contacte un número o pulse un enlace que la redirige a un sitio web conectado a WhatsApp.

La Sra. Medina muestra su teléfono con algunos de los mensajes que recibe cada día (Foto/FLB)

“Siempre pienso que es verdad porque he buscado trabajo a través de esa aplicación”, dijo Medina a Itempnews mientras mostraba su teléfono con una docena de mensajes sospechosos recibidos en las últimas semanas. “Pero luego me doy cuenta de que todo es falso y me decepciono”.

Las estafas suelen comenzar con un simple mensaje de texto en el que el remitente afirma haberse confundido de persona. Tras una breve disculpa, entabla conversación. A partir de allí, el desenlace depende de la atención y astucia de la víctima.

Según el informe, aunque estas operaciones están físicamente radicadas en Asia, su impacto golpea de lleno a Estados Unidos porque las redes criminales chinas explotan las plataformas populares del país —redes sociales, aplicaciones de citas y portales de empleo— para encontrar una fuente inagotable de víctimas.

Los mensajes que recibe la Sra. Medina parecen tan convincentes que a veces necesita pedirle a otra persona que verifique que no se trata de una estafa (FLB para Itempnews)

A través de mensajes cuidadosamente elaborados, fotos falsas y perfiles manipulados con inteligencia artificial, los estafadores crean relaciones de confianza que desembocan en devastaciones financieras.

Daniel Strohauer (en la foto al comienzo de este artículo), trabajador de mantenimiento de una floristería en el sur de Florida, recibió un mensaje de texto inusual el día de su 40º aniversario de bodas. Alguien quería ponerse en contacto con él.

Rió; a estas alturas recibe mensajes así diariamente, a menudo de mujeres estafadoras que intentan captar su atención. Con casi 80 años, ha escuchado relatos de amigos y conocidos que han perdido todos sus ahorros debido a este tipo de engaños sentimentales.

En 2024, Florida fue el segundo estado de EEUU con más denuncias de ciberdelitos: casi 43.000 casos reportados al FBI. Las pérdidas económicas superaron los 1.200 millones de dólares —solo por detrás de California—, lo que sitúa a Florida entre los estados más golpeados por la creciente industria del fraude digital, según datos del Centro de Quejas de Delitos en Internet (IC3) del FBI.

La comisión del Congreso advierte que, sin una respuesta más coordinada —que combine diplomacia, ciberseguridad, cooperación con los gobiernos del Sudeste Asiático y presión sobre las grandes tecnológicas—, los estadounidenses seguirán siendo presa fácil de una industria criminal en expansión.

Al mismo tiempo, el informe señala que la tolerancia de Pekín hacia estas redes está reforzando su influencia geopolítica y profundiza la dependencia de varios países asiáticos de la capacidad operativa y financiera de China.

Aunque el FBI ha lanzado iniciativas como la operación Level Up para alertar a posibles víctimas, y el Departamento del Tesoro ha sancionado a grupos implicados en el blanqueo de dinero, la reacción estadounidense sigue siendo insuficiente, afirma el informe.

Política y advertencias

Pese a la gravedad de la amenaza, el presidente Donald Trump ha evitado pronunciamientos directos sobre las redes criminales chinas. Sin embargo, el informe y sus advertencias llegan en un momento en que la Casa Blanca está debilitando la plantilla y la infraestructura federales, socavando la capacidad del gobierno para responder a la amenaza que representa China.

Aunque durante su primer mandato Trump sugirió que China estaba detrás de ciertos ciberataques, en enero desmanteló organismos clave como la Junta de Revisión de Seguridad Cibernética del Departamento de Seguridad Nacional, debilitando la respuesta oficial al problema. Hasta ahora, su actual administración no ha delineado una estrategia clara para abordar el auge de las mafias digitales en el Sudeste Asiático.

Mediante una Orden Ejecutiva, la administración Trump ha disuelto la Junta de Revisión de Seguridad Cibernética (CSRB), alegando la necesidad de «eliminar el uso indebido de recursos». (Fotografía oficial de la Casa Blanca por Molly Riley)

En un caso reciente que refleja el modus operandi descrito por la comisión, cinco personas se declararon culpables en junio de lavar más de 36,9 millones de dólares obtenidos de víctimas estadounidenses en una estafa de inversión en activos digitales originada en centros de fraude en Camboya.

Según el Departamento de Justicia, los estafadores —dos de ellos ciudadanos chinos— contactaron a sus víctimas mediante redes sociales, llamadas telefónicas, mensajes de texto y aplicaciones de citas, ganaron su confianza y las convencieron de invertir en proyectos falsos. El dinero se canalizó a través de empresas fantasma en EEUU, se convirtió en criptomonedas para ocultar su origen y finalmente se envió a los líderes de estos centros en Asia.

El informe no deja lugar a dudas: “Si Estados Unidos no toma medidas firmes y coordinadas para abordar la creciente amenaza de los centros de estafa, seguirá cediendo terreno estratégico en el Sudeste Asiático frente a la República Popular China”.

En un escenario donde el crimen, la tecnología y el poder se entrelazan, la inacción no solo cuesta dinero: erosiona el liderazgo global de Washington. Estados Unidos no solo está perdiendo dinero; está cediendo terreno frente a un adversario que ha convertido el crimen en un arma de poder.

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